Otro chico misterioso?~
Esta mañana me he levantado con una energía que no sabía de dónde venía, pero en realidad si lo sabía, me mentía a mí misma. Hoy vería a Ethan y saber eso me provocaba miedo y excitación.
Hoy me quería arreglar para poder dar mejor impresión que el día anterior, me puse el uniforme pero esta vez no me recogí el cabello, decidí dejármelo suelto y lo alisé. Me aplique el corrector de ojos y un poco de brillo en los labios. Me mire en el espejo y se podía comprobar, por mi sonrisa, mi alegría.
Tenía ganas de ver si le gustaba mi aspecto, con un “que mona estas” estaría pegando saltos de felicidad. No me gustaba Ethan, al menos no del todo de momento, no lo conocía. Con mi sonrisa baje las escaleras y me encontré a mis padres esperando con el café en la mano. Margaret Derelyn, mi madre, siempre había sido hermosa y esbelta, tenía el cabello negro azabache lleno de rizos y siempre con una sonrisa que iluminaba sus ojos azules. Joseph Derelyn, mi padre, era alto y imponía respeto, tenía el cabello castaño y los ojos marrones, aun asa era muy apuesto. Nunca hemos sabido a quien he salido yo.
-Cariño, esta tarde hemos invitado a unos vecinos, vendrán con su hijo, tiene tu edad –dijo levantando las cejas.
-No quedes con nadie. ¿De acuerdo?
Me subí al coche y le conté a Jace la visita a Ethan de ayer, excepto la parte en la que casi nos besamos y que había vistos sus ojos antes.
-Así que hoy estará en clase? –Lo dijo con una voz tan grave que me pareció ver que estaba un poco molesto.
-Sí, eso me dijo.
-Bueno, me encantara conocerlo –Pero algo en su voz me decía que no.
Aparcamos delante de la escuela y reconocí en un lado del parking el coche negro de Ethan, ojalá mi aspecto le agrade. Inmediatamente me puse nerviosa, no pude ver como Ethan venía por detrás pero una parte de mi intuyó su presencia como si fuera parte de mi ser. Note su suave mano tapándome los ojos y su voz grave hablándome en el oído, eso me provocó ese temblor tan reconocido.
-Hola pequeña –Me gire a tiempo para poder ver la sonrisa en su rostro y aquellos ojos dorados, que relucían con fuerza.
-Que hay, Flay? –paso un brazo por mi cintura y me acercó a él.
-Te dije que tenía un motivo por el que venir –Tenía su cara tan cerca, noté un cierto temblor en su cuerpo.
-Suéltala –Escuché decir a Jace, tenía una mirada que echaba chispas del enfadó.
-Pequeña. ¿Quién es este? –Miro receloso a Jace.
-Soy Jace Doren, su mejor amigo desde siempre y tú la conoces desde hace un día así que saca tus manos de ella.
-Tú me vas a obligar?
Miró a Jace de arriba abajo con cierta ironía en sus ojos. No había visto a Jace nunca tan enfadado y esto no pintaba bien, iba a saltar en cualquier momento, estaba rojo como un tomate y se le notaba cierto temblor de rabia en cambio Ethan tenía cierta gracia en sus ojos y algo me dijo que pensaba que Jace no le haría daño, sabía que Jace era muy fuerte pero tuve la certeza de que no podría hacer nada contra él. No quería que mi mejor amigo se hiciera daño así que decidí intervenir, me coloqué en medio de ambos y miré a Jace a los ojos.
-Para por favor –Pero no quitaba la vista de Ethan, le cogí la cara entre mis manos –Por mí.
Algo en Jace cambió, su cuerpo se relajó y dirigió su mirada a mis ojos y pude comprobar en ellos su dolor por mi traición, se giró y se marchó no sin antes dar una mirada a Ethan. Si las miradas mataran, Ethan estaría muerto, aun que algo me dijo que ni aun así. Me tiré al suelo y empezaron a caer lagrimas por mis mejillas, había traicionado a mi mejor amigo por una persona que casi no conocía. ¿Qué he hecho?
-¿Estás bien? –Noté las manos de Ethan levantándome.
Le mire a los ojos y toda pizca de ironía fue remplazada por preocupación, me limpió las lagrimas con sus manos, toda culpa desapareció de dentro de mí, su caricia había conseguido que no pensaba en nadie que no fuera él.
-No llores Lilyan –Su preocupación se mezclo con culpa y inmediatamente me sentí realmente mal.
-Lo siento.
-No, ha sido culpa mía. Debí haberme callado.
-No sé que le ah pasado, nunca ha sido tan impulsivo.
-Solo reclama lo que cree que es suyo –Y porfían volvió su sonrisa, eso me provocó otra por mi parte.
-Solo somos amigos.
-Entonces eso te deja libre? –levanto una ceja y mi sonrisa se ensanchó.
-Eso creo.
-Bien. Hoy no puedo, pero, ¿mañana te gustaría venir de compras conmigo?
-¿De compras? –me quedé con la boca abierta.
-Quiero que mi profesora este guapa, aun que solo con el uniforme ya estas preciosa.
¿Preciosa? Me había llamado preciosa... Era la primera persona que me lo decía y no sabía cómo responder.
-Tu tampoco estas mal –debí haber acertado con la respuesta porque me recompensó con una carcajada. En ese momento el timbre sonó.
-Vamos o llegaremos tarde a clase de dibujo.
Me cogió de la mano y nos dirigimos a clase, al llegar todos se giraron con miradas de envidia, Ethan seguía cogiéndome de la mano cuando nos acercamos al profesor Holliday.
-Es un placer verte por fin, Ethan.
-El placer es mío.
Y con eso dicho Ethan cogió el cabestrillo de mi derecha y Jace, como el otro día, el de mi izquierda. Le miré y me suplicó con la mirada que perdonara su anterior comportamiento, le levanté el pulgar en señal de que todo estaba bien, me dirigió una sonrisa y empezó la clase. Jace y yo estuvimos poniendo al día a Ethan, él se disculpó con Jace por cómo había actuado, al final pareció que empezaban a llevarse bien pero Jace estuvo toda la clase tenso. Al acabar la hora pasamos a la siguiente y aproveché que Ethan tenía las mismas clases que yo para poder hablar con él, aun que solo fuera para ponerle al día.
-Te llevo a casa? –Me preguntó Ethan cuando acabamos las clases. Miré a Jace y puso cara de resignado, no quería volver a discutir.
-No te preocupes, me llevara Jace. Además tengo que estar pronto en casa para preparar aperitivos, hoy tenemos visita.
-Vale, nos vemos mañana. –Y con esas palabras me rodeo con sus brazos y me dio un beso en la mejilla, al apartarse le miré a los ojos que brillaban con fuerza, aun con sus brazos a mi alrededor me acerqué a él y estuve a punto de besarle si no fuera porque Jace carraspeó la garganta.
-Adiós, pequeña –Me dijo Ethan al oído, tan flojo que Jace no lo pudo oír –Adiós –dijo esta vez mas fuerte.
-Mucho gusto –Jace le dio la mano y levantó la barbilla con dignidad, se las estrecharon con fuerza y Ethan se dirigió a su auto. Me quedé embobada mirando su espalda bien formada y sus brazos fornidos hasta que mi mejor amigo me llamó la atención y me llevo a casa.
Al entrar en casa encontré a mis padres en el salón principal colocando el pastel de crema y los canapés, me dijeron que fuera a arreglarme mientras ellos continuaban en el salón. Subí a mi habitación y rebusqué en mi armario hasta que al final decidí ponerme un vestido rojo de tirantes, hecho de una tela suave y ligera, que conjuntaba con mi cabello y cogí unos zapatos negros de tacón. Me miré en el espejo como había hecho tantas veces antes, me repasé el alisado de esta mañana y me retoque el delineador pero esta vez poniéndome un poco de sombra verde claro para que resaltara mis ojos.
Me veía bastante bien lo que me hizo sentir mal porque para quien quería arreglarme era para Ethan, al pensar en mañana se me revolvía el estomago, quería que fuera de compras con él, solo de pensarlo las mejillas se me colorearon sin necesidad de colorete. Espero que la cena pase rápido, encima ahora tenía que conocer a un muchacho, solo espero que no sea muy raro.
No me apetecía bajar hasta que escuché el timbre y mama me decía que abriera la puerta y eso hice sin rechistar, bajé las escaleras a toda prisa y a través de la puerta se veía una sombra bastante alta, al abrir la puerta me di cuenta de que no me equivocaba, ante mi había un chico muy larguirucho, fuerte de brazos pero nada del otro mundo, aun que este muchacho podía ser muchas cosas menos corriente, sus ojos verde oscuro eran grandes, su sonrisa hacía temblar, tenía un cabello negro, que tapaba un poco sus ojos, y entre el se podía ver reflejos caobas.
Me quedé tanto tiempo mirando al muchacho que hasta un rato no me di cuenta que venía con sus padres, su padre era bajo pero muy musculoso y tenía el cabello oro ceniza que me recordó mucho a Ethan solo que el tenia los ojos verde oscuro, justo como Noren y en ellos se podía ver un aura de poder que por alguna razón no me intimido, por el contrario su madre tenía una melena larga color azabache que me recordaba la tranquilidad de la noche y sus ojos, azul tan claro que parecían blancos, me recordaba el movimiento del mar, en aquella mujer se deslumbraba la calma y la paz.
Con un movimiento de cabeza les dejé entrar, el muchacho no aparto la mirada de mí en ningún momento. En ese momento apareció mi madre con un vestido negro que resaltaba su cuerpo y con un moño hecho en su cabello, mi padre iba detrás con un traje azul oscuro.
-Mucho gusto, señores Cole.
-El placer es nuestro, señores Derelyn –Dijo el que parecía ser el padre.
-Lilyan, este es el señor Erick Cole –Me informó señalando al padre –esta es su mujer, la señora Mo Cole. Y este es su hijo Noren Cole.
-Encantada, soy Lilyan Derelyn.
-El placer es mío –La voz de Noren era ronca y muy masculina a pesar de su apariencia, esa voz prometía secretos.
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